Celebro contigo mi niña tu mayoría de edad, esa que marca el día de tu alumbramiento a esta dimensión donde nos hacemos materia para experimentar.
Sabiendo que no naciste, porque desde ese lugar del que vienes no existe el nacimiento, es atemporal, es infinito y eterno en el que vamos y venimos a la fuente de la que emanamos sin principio ni fin.
Ese Dios que no nació ni murió, esa fuerza inconmensurable que todo lo a creado y que Es en Ti.
Aquel tiempo te encontré en el camino cuando antes ya encontré a mamá y agarré su mano con fuerza, ahora cojo vuestras manos para transitar este angosto trocito que hace que sintáis el abismo de lo desconocido.
Esos 18 te aportan la madurez suficiente.
La mirada que nos cruzamos, tu sonrisa cansada o el abrazo en el que descansas forman parte de nuestro secreto más íntimo, aquello que nadie sabe y que nadie siente, ese Amor con el que envuelvo tus miedos, la mirada cómplice de mamá en su silencio se unen para elevar la Luz de tu Alma y enseñarnos que ninguna oscuridad ensombrecerá el regalo que nos haces cada día con tu presencia.
Me marcho de viaje pero he dejado en el beso que di en tu frente una lágrima FELIZ, impregnada de la Esencia Divina de mi hijo y la bocanada de mi aliento en forma de TE AMO.
Volveré y seguiremos volando, surcando lo invisible al ojo humano y sintiendo los Sentires del Alma para seguir escribiendo nuestra Historia.
GRACIAS MI NIÑA
AMANDOTE
¿Volamos?